Comenzamos planteándonos abordar en imágenes la identidad de Rosario. Pero teníamos que empezar por algún lado:
- “el sur también existe” – pensamos
Y así, arrancamos con nuestro trabajo, adentrándonos en un universo, para nosotras, desconocido.

No había muchas imágenes de esta parte de la ciudad en nuestra cabeza, sólo la conocíamos por visitar a algún amigo o por los noticieros y segmentos culturales de “rescate del patrimonio” pero ninguna pista actual y cotidiana. Eso estaba bueno, había mucho por hacer y mucho por conocer.
Al comentar nuestra iniciativa con otras personas nos encontrábamos con una visión plagada de mitos desalentadores. Pese a todo esto, nuestra experiencia nos fue contando algo diferente…


Primer avistaje: “LA MANDARINA” – monumento paradójico, si es que los hay, ya que se parece a cualquier cosa menos a esta fruta (tal vez le falten piezas ¿no?).
Al llegar nos sentimos turistas en nuestra propia ciudad. Claro!, tomar un colectivo para ir a ningún sitio definido, caminar al azar, ¡ y con cámaras!!...todo un viaje!.
El primer personaje que encontramos: ¡un fotógrafo!, Avenida del Rosario, nos condujo directo. Ese primer hallazgo nos demostró algo que ya veíamos mientras caminábamos por las calles: un sentimiento de nostalgia por tiempos mejores cuando la Avenida resplandecía como centro comercial; mezclado con un fuerte sentido de pertinencia al barrio, una incondicionalidad religiosa.

¡Mucho por hacer!- pensamos. Veíamos el gran desafío por delante…

La sensación de abandono latía fuerte y el silencio le gritaba a nuestras cámaras.
Esta era precisamente nuestra misión: devolverle el protagonismo humano a la zona, destacar a las personas anónimas que le dan vida, el estado de los lugares e integrarlos al resto de la ciudad mediante nuestro humilde aporte.
Hubo calles que nos sorprendieron, ante el imaginario colectivo eran: ¡fatales!, ¡ peligrosísimas!, ¡intransitables!. Pero cuando osamos abordarlas, simplemente nos invitaron a caminar.
Así nos fuimos encontrando con Don Cirino y su peluquería “Cortes Modernos”, el bebé volador de una vidriera de Av. del Rosario…etc etc, que fueron dándole color a nuestras imágenes.
Pero lo más apasionante y asombroso fueron ¡las cataratas!, ¿para qué nos vamos a ir hasta Misiones?, si total tenemos unas cascadas impresionantes en Zona Sur.
En suma había todo un calendario festivo, lugares y costumbres del cual nada sabíamos. – Tan cerca, pero tan lejos ¿no?: la fogata de Pedro y Pablo, las quebradas, las mansiones abandonadas (dignas de Gasparín), el movimiento pesquero…
Pero ante todo, el orgullo de pertenecer y el cariño de las personas hacia el barrio.
En pocas palabras, pudimos construir IMÁGENES DE IDENTIDAD.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Impresonante, no sabia que todabia se hacian las fogatas, mi viejo se crio en la zona del monumento a la mandarina y siempre me conto sobre las quebradas, el arroyo y demas, pero no sabia lo de las cascadas, y la verdad que ir solo a aquella zona con camaras parece medio peligroso, pero parece que me equivoco. Bien chicas! joroba22@hotmail.com